jueves, 8 de octubre de 2009

La Revolución Francesa





María Antonieta de Austria






El rey Luis XVI






Cuando estalla la Revolución francesa, reina en el país galo Luis XVI, que había sido coronado en 1774, y que ostentará la corona de Francia hasta el día de su ejecución en la guillotina, el 21 de enero de 1793. En 1770 se casó con la famosa María Antonieta, que también moriría en la guillotina unos meses más tarde. Fue una reina muy impopular entre el pueblo, por su gusto por los objetos de lujo.


Durante el reinado de Luis XVI, como sabéis, la situación económica del país llegó a un punto insostenible. Los elevados gastos bélicos del rey (en especial, los motivados por la intervención de Francia en la guerra de la independencia norteamericana en contra de Gran Bretaña) no podían sostenerse debido a que la nobleza y el clero conservaban sus antiguos privilegios, siendo el más importante de ellos el no pagar impuestos. Además, escaseaban los alimentos en Francia, debido a terribles sequías que se sucedieron en los años anteriores a 1789.
A la derecha podéis ver una caricatura de la época, que representa al Tercer Estado (encadenado) que aguanta sobre sus espaldas el peso del rey, la nobleza y el clero, y que es reflejo de la sociedad del Antiguo Régimen.



En julio de 1791 (dos años después de haber estallado la Revolución Francesa), Luis XVI ya temía por su vida. En ese mes, intentó escapar de Francia para reunirse con los nobles franceses emigrados al extranjero, y para solicitar la ayuda de las potencias extranjeras. Fue arrestado en Varennes, y forzado a volver a París. El rey fue considerado un traidor, y arrestado. La Convención juzgó a Luis XVI en diciembre de 1792. De los 721 diputados, 361 votaron a favor de la ejecución, y 360 lo hicieron en contra. Por una diferencia de un voto, el rey fue condenado a muerte.

Charles-Henri Sanson, verdugo de París y ejecutor de Luis XVI, precisó con dramáticos detalles cómo se desarrollaron los últimos momentos del infortunado monarca.

El rey fue llevado en carroza hasta el lugar en donde se alzaba la guillotina y se negó enérgicamente a dejarse atar las manos a la espalda no cediendo sino ante los ruegos del religioso que le asistía en aquel trance. El verdugo le cortó los cabellos, que le caían sobre el cuello, y le llevó hasta la guillotina, haciéndole marchar hacia atrás para que no viera el tremendo aparato.

El rey, forzando la voz, dijo en ese momento: "Pueblo: muero inocente". Después, volviéndose hacia Sansón y los dos ayudantes, añadió: "Señores, soy inocente de cuanto se me imputa. Deseo que mi sangre pueda cimentar la felicidad de los franceses". Tales fueron las últimas palabras del rey.

Charles-Henri y su hijo y ayudante tumbaron vivamente al rey boca abajo sobre la báscula, y necesitaron emplear toda su fuerza para sujetarlo, porque se debatía enérgicamente. Aunque sólidamente atado con cuerdas, aún se movía, pese a los consejos del sacerdote, que le recomendaba se calmara. Unos segundos después, a las diez y veinte exactamente, en un día frío y nublado de enero, cayó el cuchillo.

Terrible muerte la del rey, desde luego. Por desgracia, no fue el único ejecutado por este medio durante la Revolución francesa. La guillotina funcionó a pleno rendimiento durante los años siguientes. Se calcula que unas 40.000 personas fueron ejecutadas en el periodo de "El Terror" (1793-1794). Sus principales dirigentes, incluido Robespierre, no tardaron en pasar por el mismo trance, siendo guillotinados en julio de 1794.

El derecho a la vida (que los primeros revolucionarios habían defendido en la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano) no se vio respetado a lo largo de todo el proceso revolucionario. Esta es la Declaración de Derechos original.


En la parte inferior, podeis ver un grabado de época de la toma de la cárcel de la Bastilla, que es uno de los símbolos de la Revolución Francesa. Se trataba de una prisión confortable para las altas personalidades (aristócratas y burgueses), que disponían de verdaderos departamentos con servicio y suculentas comidas. Sin embargo existía una parte más convencional no tan agradable para los prisioneros comunes, y el edificio contaba también con celdas de castigo. Sin embargo, lo que fue a buscar fundamentalmente la multitud que la asaltó fueron armas.



Otro de los símbolos que nace con la revolución es la actual bandera tricolor francesa. El azul y el rojo representan los colores de la ciudad de París, y el blanco es el símbolo de la monarquía francesa. También surge durante la Revolución el himno nacional francés,
La Marsellesa. En su origen, es un himno patriótico compuesto por un militar, Rouget de Lisle, que compuso esta marcha en la ciudad de Marsella para ir al frente de guerra contra los austriacos, que habían declarado la guerra a la Francia revolucionaria.




En youtube hay varias versiones de la Marsellesa. En este enlace en concreto: podéis escucharla, y leer el texto en francés y en español traducido simultáneamente. Pero me ha llamado mucho la atención el vídeo que os pongo a continuación. Está hecho en 1907 por un actor francés. El cine nace en los años finales del siglo XIX, y en sus orígenes, era mudo. Lo que lograron hacer en este vídeo fue coordinar imágenes mudas y la grabación de un disco de pizarra antiguo (pinchad en el vídeo donde pone más información para que entendáis a qué me refiero). El cine sonoro no apareció hasta 1927.


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